Europa no pasa por su mejor momento. Después de una grave crisis económica de la que todavía se está recuperando, de rescates y de la casi materialización del llamado Grexit, llega el problema más importante al que debe enfrentarse desde su fundación: la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial que trae a Europa oleadas de refugiados que huyen de la muerte y el hambre. Muchos de estos emigrantes mueren en el intento de, ya no de tener una vida mejor, sino simplemente de tener una vida.

Ante esta alarmante situación, Europa no ha mostrado capacidad de reacción. A la pasividad en la que se instaló durante muchos años frente al problema, le ha seguido la ineficacia y, sobre todo, la división entre los estados miembros que ha puesto en evidencia la fragilidad de los cimientos europeos.

¿Cuántas reuniones de comités, ministros, y jefes de Estado y de Gobierno se necesitan para adoptar una posición común? Europa necesita una política de asilo clara porque sus ciudadanos así lo demandan. Y es que Europa debe dar muestras evidentes de que no es sólo una Unión monetaria y dar soluciones al drama humano que ha llevado a 300.000 personas a cruzar el Mediterráneo en lo que va de año.//